CONCLUSIÓN

Vivimos en un país, que habla en público de tolerancia, inclusión, respeto por las diferencias y en privado discrimina, es indiferente ante la presencia del otro, es insensible ante los anhelos de sus semejantes y sordo ante el dolor de los más vulnerables.
Y si no es cierto esto, como se explica que existan aún sitios donde los negros no pueden entrar, que aún se tenga que buscar padrinos para que algunos funcionarios cumplan con su deber de atender al ciudadano, con prontitud y eficiencia. Que se niegue la posibilidad de trabajo por ser cristiano, evangélico, desplazado homosexual, o simplemente por pensar diferente. Esto y mucho más son un atentado contra la dignidad humana, una afrenta contra la persona humana y la negación de todos sus derechos fundamentales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario