Reflexionando sobre el tomismo, nuestro autor acepta que la dignidad puede dividirse en dos grupos: A) sustancial y accidental; y B) propia, subordinada, supraordinada y coordinada.En el primer grupo se considera la dignidad en cuanto al ser en sí mismo; en el segundo, se mira al ser en sus relaciones con otros seres.
Es sustancial la dignidad que dimana de la esencia del ser. Es accidental cuando el ser recibe determinaciones, que no brotan de sus cualidades específicas, que lo hacer ser mejor.
La dignidad propia es la del ser que no necesita de ningún otro tipo de ser para ser lo que es; es el ser que en sí mismo tiene, de una vez y para siempre, todas sus perfecciones. Es la dignidad que le compete a Dios. La dignidad subordinada es la de los seres que dependen en su existencia de un ser superior y anterior a ellos. Es el caso de las criaturas. Algunas de éstas se encuentran coordinadas entre sí y otras supraordinadas. Son supraordinadas las criaturas que son unas más perfectas que otras. V. gr.: el hombre tiene dignidad supraordinada a la dignidad de los animales, de las plantas y de las cosas; los ángeles (seres extramundanos y puramente espirituales) poseen dignidad supraordinada a la de los hombres; los felinos tienen dignidad supraordinada a los insectos, y éstos a las plantas, etc. Finalmente, la dignidad coordinada es la que se da entre iguales de la misma especie, como es el caso de los hombres, cuya dignidad es la misma, pues todos los individuos de la especie son "supuestos de naturaleza racional".
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